La vida de la fauna durante el invierno en Parque Patagonia

8 de julio de 2024 · Proyecto Patagonia
Fotos: Horacio Barbieri

El invierno transforma el noroeste de Santa Cruz y pone a prueba la resiliencia de su fauna. Con la llegada de las primeras nevadas, aves migratorias, chinchillones, guanacos y pumas encuentran formas ingeniosas de enfrentar los desafíos del frío extremo.

«Los guanacos ya migraron, al menos todos los que estamos monitoreando con collar satelital ya bajaron de la meseta» comenta Emanuel Galetto, coordinador del equipo de conservación de Parque Patagonia y se refiere a la meseta Lago Buenos Aires, una masa vasta y relativamente plana de roca volcánica, que sostiene al glaciar Zeballos y donde se encuentra la naciente del río Pinturas en el Noroeste de Santa Cruz.

En un espectáculo natural dictado por las primeras nevadas, usualmente a mediados de mayo, estos grandes camélidos sudamericanos comienzan a descender de las zonas altas y mesetas del Parque (a unos 1400 metros de altura) hacia los valles más bajos (400 metros). El viaje a veces cubre hasta 70 kilómetros en apenas tres o cuatro días. «No son de escarbar: se alimentan de la vegetación que queda descubierta».

La travesía no está exenta de peligros: alambrados y rutas son obstáculos importantes. «Los alambrados marcan mucho la capacidad de los individuos de seguir desplazándose», señala Emanuel. «Estos impedimentos pueden atraparlos fatalmente, especialmente durante nevadas intensas como las de este año.»

En respuesta, el equipo de Parque Patagonia modificó los alambrados dentro de sus áreas para facilitar el paso de los animales. «Retiramos la mayoría de los alambrados internos y bajamos la altura de los perimetrales, donde además creamos pasafaunas («pasillos» sin el alambre inferior por donde puede pasar un animal más pequeño). Con estas acciones se redujo significativamente el número de guanacos atrapados en alambres».

En los valles más bajos los guanacos se agrupan en grandes manadas, a veces en grupos de hasta 200 individuos. Es ahí donde se produce un intercambio social vital para la especie. «Durante todo el invierno los grupos se mantienen grandes» cuenta Emanuel. «Los juveniles forman nuevas alianzas y los machos adultos comienzan a seleccionar los grupos familiares de hembras con los cuales ascenderán nuevamente en primavera.»

El invierno patagónico no solo transforma la vida de los guanacos: los depredadores y carroñeros también encuentran nuevas oportunidades. «Los pumas, zorros y gatos de pajonal tienen mayor disponibilidad de alimento porque sus presas están más concentradas, y los carroñeros merodean las zonas de cacerías en busca de sobras para alimentarse». Las duras condiciones que trae el invierno y la debilidad de algunos guanacos facilitan la caza. «Se ven más cóndores, caranchos y águilas moras, y también aumenta la presencia de zorros, zorrinos y peludos —y sus interacciones— alrededor de las carcasas de guanacos».

Estas complejas interacciones moldearon los ecosistemas de la Patagonia y resaltan la importancia de contar con grandes áreas protegidas que permiten conservar estas dinámicas naturales. «La creación de áreas protegidas, como el Parque Patagonia, ayuda a mantener las estructuras ecológicas y a proteger sus frágiles ecosistemas», asegura Emanuel.

Algunas aves abandonan la zona y otras, como la gallineta austral, se concentran en áreas saludables donde el agua que fluye de las vertientes impide la congelación del humedal, como los extensos juncales restaurados del cañadón Caracoles. En esas zonas también se refugian los coipos, roedores acuáticos que controlan la densa vegetación, donde a su vez generan refugios y hábitat para estas y otras aves.

Por su parte, los chinchillones también muestran adaptaciones ingeniosas: pasan más tiempo asoleándose en las grietas de los paredones rocosos, donde la nieve es menos persistente. Allí también se alimentan por la noche.

El ciclo de vida en la Patagonia es un testimonio de la resiliencia y la interdependencia de las especies que vienen evolucionando allí desde hace millones de años. La migración de los guanacos no es solo un viaje físico: es un evento ecológico que conecta depredadores, presas y carroñeros en una red de supervivencia.

A través de los esfuerzos de conservación en Parque Patagonia, esta danza continúa. El acompañamiento de estos proyectos de conservación con la apertura al público de «portales», áreas con senderos, campings, refugios y miradores para hacer turismo de naturaleza, asegura a las nuevas generaciones la oportunidad de conocer y aventurarse en una Patagonia viva y salvaje.

Sobre el Proyecto Patagonia
En el Proyecto Patagonia trabajamos junto a Freyja Foundation para conservar grandes áreas de meseta y estepa patagónica, recuperar grandes vertebrados y sus interacciones ecológicas, e impulsar y acompañar el desarrollo local basado en el turismo de observación de fauna.

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