Ilustración: Diego Barletta.
Rewilding en la Argentina: El Proceso de Defaunación Prehistórica
9 de marzo de 2022 | Rewilding Argentina
Nota editorial: a continuación, compartimos un extracto del libro Rewilding en la Argentina (Sebastián Di Martino, Sofía Heinonen, Emiliano Donadio, 2022). Rewilding en la Argentina cuenta la historia del rewilding como estrategia de conservación, cómo lo llevamos adelante en Proyecto Iberá, y nuestra visión del rewilding para la Argentina y Sudamérica. El libro podrá descargarse gratuitamente desde nuestra página web a partir del 20 de marzo, el Día Mundial del Rewilding.
El número de especies que habita el actual territorio argentino disminuyó de forma radical en los últimos trece mil años, un período relativamente corto considerando que nuestro planeta se formó hace 4600 millones de años. El registro fósil muestra que en Argentina habitó una variada fauna de mamíferos gigantes: grandes armadillos del género Glyptodon (2000 kilos); perezosos gigantes del género Megatherium (4000 kilos); caballos salvajes del género Hippidion (500 kilos); elefantes del género Stegomastodon (4700 kilos) y otros herbívoros emparentados con los tapires, pero con aspecto de antílopes robustos como la Macrauchenia (1000 kilos) eran, entre muchas otras especies, parte del paisaje. A este conjunto diverso se le dio el nombre de megafauna sudamericana que coexistía con especies que nos resultan más familiares como el guanaco, yaguareté, huemul, oso hormiguero, tapir, tatú carreta, ciervo de los pantanos, venado de las pampas, pecarí de collar y labiado, aguará guazú y nutria gigante.
Esta megafauna desapareció de toda Sudamérica hace unos trece mil años y eventos similares de extinción de especies de gran tamaño ocurrieron a lo largo y ancho de la mayor parte del planeta durante los últimos cincuenta mil años. Por lo general los paleontólogos han asociado estas extinciones con cambios en el clima; sin embargo, con excepción del norte de Eurasia donde la evidencia apunta al cambio climático, estudios recientes han señalado al humano moderno (Homo sapiens) como principal causante de dichas extinciones.
Este proceso de extinción de la megafauna se encuentra muy bien documentado en distintos continentes e islas. Por ejemplo, la megafauna australiana se extinguió hace cuarenta a cincuenta mil años y allí desaparecieron marsupiales herbívoros del tamaño de un hipopótamo como Diprotodon, canguros de 500 kilos y el “león” marsupial Thylacoleo, que alcanzaba hasta 130 kilos. En el sur de Europa la extinción de la megafauna se produjo hace veintiséis a treinta mil años y en el norte hace diez a quince mil años, donde desaparecieron el mamut, el rinoceronte lanudo, el león cavernario y otras especies. En Norteamérica la megafauna se extinguió hace doce a trece mil años, período en el cual desaparecieron elefantes de gran tamaño y el tigre dientes de sable.
Este patrón de extinción también ocurrió en islas como Madagascar entre quinientos y dos mil años atrás, afectando a Archaeoindris, un lémur del tamaño de un gorila y al ave elefante, que era incapaz de volar y pesaba 500 kilos. En Nueva Zelanda la pérdida de la megafauna sucedió hace solo quinientos años, cuando desaparecieron varias especies de moas, unas aves corredoras que alcanzaban los tres metros de altura, y Harpagornis, el águila más grande que habitó la tierra.
En todos los casos mencionados el colapso de la megafauna se asocia a la llegada del hombre moderno a cada uno de estos continentes e islas. Las excepciones son África y, en menor medida, el sudeste asiático donde la megafauna aún persiste. Aquí, el hombre moderno no fue el primer homínido en aparecer y la megafauna, incluyendo elefantes, rinocerontes, grandes felinos como tigres y leones, grandes primates como gorilas y orangutanes, tuvo tiempo de coexistir y adaptarse a la presencia de estos homínidos.
La pérdida de megafauna en el actual territorio argentino, al igual que en el resto de Sudamérica, coincidió con la llegada de grupos de cazadores recolectores al cono sur del continente sudamericano provenientes de Norteamérica a través de Centroamérica, y probablemente de Polinesia a través del Pacífico. Estos grupos, tanto en Norteamérica como en Sudamérica, desarrollaron una tecnología lítica consistente en proyectiles (puntas de flechas y lanzas) acanalados, que se cree fueron concebidos para cazar megafauna. La aparición de esta tecnología hace unos 13 mil años, coincide con la rápida declinación de la megafauna sudamericana que culminó con la extinción del 70% de las especies de más de diez kilos.
En la Provincia de Buenos Aires, Argentina, existen yacimientos arqueológicos que evidencian el consumo y procesamiento por parte del hombre de megafauna como el perezoso gigante Megatherium, el caballo Hippidion y el armadillo gigante Doedicurus. Estos primeros habitantes también consumieron o procesaron otras especies como los perezosos gigantes Glossotherium y Mylodon o los mastodontes Notiomastodon y Cuvieronius, en distintas regiones de Sudamérica.
Podemos decir que la megafauna desapareció del planeta en tiempos recientes y, junto con ella, los roles ecológicos que desempeñaban estas especies, de los cuales persisten evidencias aún hoy día. Uno de ellos es la presencia de los llamados frutos de megafauna: muchas especies de plantas siguen produciendo frutos y semillas de gran tamaño que ningún herbívoro actual podría consumir y dispersar. Por ejemplo, en Norteamérica se han encontrado restos de Joshua Tree (una especie de árbol que aún habita en el desierto de Mojave) en la materia fecal fosilizada de perezosos gigantes. El Joshua Tree invierte mucha energía en un ambiente desértico para producir enormes frutos y semillas que hoy día casi ninguna especie consume ni dispersa porque los perezosos gigantes y otra megafauna eran los consumidores y dispersores de sus frutos y semillas. Se piensa que la extinción de la megafauna y la consecuente desaparición de su rol ecológico le impide a este árbol colonizar nuevas zonas, por lo que terminará también desapareciendo ante modificaciones ambientales como el cambio climático global. Otro ejemplo de fruto de megafauna es el muy conocido fruto de la palta, planta originaria de Centroamérica que produce un gran fruto y semilla para ser consumido y dispersado por perezosos gigantes y mastodontes. En cada continente aún existen varios ejemplos de estos frutos con excepción de Antártida.
Las extinciones masivas de especies de gran tamaño están asociadas a los movimientos de dispersión de los humanos modernos durante el período Pleistoceno. Actualmente, el desarrollo tecnológico es insuficiente para traer de vuelta a estas especies; sin embargo, podría ser posible reemplazar los roles ecológicos perdidos con la introducción de especies similares que aún siguen existiendo. Este tipo de rewilding, que representa un rewilding trófico extremo, se denomina rewilding pleistocénico. Existen muy pocos ejemplos limitados a territorios cercados donde se ha intentado llevar esto adelante y uno de ellos es el Parque Pleistocénico, ubicado en Rusia.
ACERCA DEL AUTOR