ECOSISTEMAS FUNCIONALES Y ESPECIES CLAVE

Los ecosistemas, además de estar completos, deben ser funcionales: no alcanza con que las especies clave estén presentes sino que además deben estarlo en número suficiente para que cumplan con sus roles ecológicos. Cuando en una región la cantidad de individuos de una especie disminuye a valores mínimos decimos que estamos frente a una extinción funcional o ecológica, que precede a la extinción numérica o total, representada por la desaparición de todos los individuos. 

En otras palabras, unos pocos individuos de una especie presentes en un área no aseguran que la especie esté cumpliendo su función en el ecosistema, que incluye importantes interacciones entre especies diferentes. Por ejemplo, en el Chaco argentino se especula que quedan menos de 20 yaguaretés y uno de ellos es Qaramta, el único ejemplar cuya presencia está confirmada en el Parque Nacional El Impenetrable. Aquí, la especie no se encuentra extinta numéricamente porque aún quedan algunos individuos, pero su función como depredador tope se ha perdido, así que podríamos decir que en el Chaco argentino el yaguareté se encuentra extinto funcional o ecológicamente. 

Es por esto que el rewilding no solo se ocupa de restaurar una especie clave que está ausente de un sistema natural (este proceso se denomina reintroducción), sino también de aumentar los números de especies cuyas poblaciones se encuentran disminuidas (proceso de suplementación). En ambos casos se procede solo si la ausencia o disminución son el resultado de la actividad humana.  

Es importante mencionar que, como proceso de restauración ecológica, el rewilding es complejo y conlleva cierto grado de incertidumbre con relación al resultado final. El rewilding se enfoca en la restauración de procesos y no necesariamente en recuperar prístinos estados originales. En otras palabras, existe la posibilidad de que una vez finalizado el trabajo algunas características del ecosistema original no sean restauradas y que se observen nuevas características que estaban ausentes en el mismo. 

ECOSISTEMAS NATURALES COMPLETOS Y FUNCIONALES Y EL BIENESTAR DE LAS PERSONAS

Un ecosistema natural, completo y funcional, con poblaciones de sus especies clave presentes en número suficiente e interactuando entre ellas y con otros componentes del sistema, brindará servicios ecosistémicos de manera efectiva y eficiente. 

Estos servicios ecosistémicos son los que permiten sostener la vida en este planeta incluida la existencia de las personas, tanto de las que viven en ambientes rurales como urbanos. Todos dependemos de los ambientes naturales para proveernos de agua y aire de calidad, para secuestrar carbono y otros elementos presentes en los gases causantes del efecto invernadero y así mitigar los efectos del cambio climático, y para evitar o morigerar la propagación de patógenos que afectan a nuestra salud. Del buen funcionamiento de los ecosistemas naturales depende nuestra propia existencia.

Los ecosistemas naturales completos y funcionales proveen, además, otros beneficios como las oportunidades de desarrollo local. Particularmente el rewilding puede dar lugar a economías locales que son, a su vez, regeneradoras de ecosistemas naturales porque prosperan en la medida en que dichos ecosistemas estén mejor conservados. Una actividad clave en estas economías es el turismo de naturaleza basado en la observación de fauna que aprovecha el carisma de las especies clave para atraer al turista. Por último, los ecosistemas completos y funcionales reconectan a visitantes y lugareños con la naturaleza, brindando así posibilidades de aprendizaje e inspiración, acercando la belleza natural a nuestros sentidos.