Foto: Hernán Povedano.

Depredadores topes: grandes aliados de la Tierra

22 de abril de 2021 | Rewilding Argentina

Un importante cuerpo de conocimiento empírico muestra que los grandes depredadores cumplen funciones fundamentales en los ecosistemas que habitan.

Los grandes depredadores ayudan a mantener la abundancia y diversidad de mamíferos, aves, reptiles e invertebrados En algunos casos, lo hacen regulando las poblaciones de herbívoros, que de otra forma consumen en forma excesiva la vegetación y simplifican y homogenizan el paisaje. La regulación de la intensidad de pastoreo puede realizarse disminuyendo el número de herbívoros por depredación, es decir a través de cascadas tróficas. También, modificando la conducta de los herbívoros y haciendo que estos eviten pastorear en ambientes donde resulta más fácil ser depredados, o provocando que inviertan menos tiempo en pastorear porque deben estar atentos a la presencia de depredadores.

El puma es el depredador tope en la estepa patagónica. Su presencia en buenas poblaciones regula poblaciones de grandes herbívoros como el guanaco, depredadores medianos como el zorro colorado, y especies carroñeras, que se alimentan de los restos de sus presas, como el cóndor andino. Foto: Franco Bucci.

A estas cascadas tróficas se las denomina “mediadas por el comportamiento”. Por ejemplo, en la cordillera de San Juan, Argentina, las vicuñas evitan ciertos sectores donde el riesgo de ser atacadas por pumas es muy alto. En estos sectores la vegetación prospera y los pastos producen más biomasa y semillas, con potenciales efectos beneficiosos sobre otros organismos como pequeños mamíferos, aves e insectos que obtienen refugio y alimento en esta vegetación bien conservada.

Los depredadores tope también regulan las poblaciones de depredadores medianos. Cuando los depredadores tope desaparecen se produce un fenómeno denominado “liberación de los mesopredadores”. Carnívoros medianos como zorros, gatos monteses, mapaches y coatíes proliferan en ausencia de los depredadores tope, imponiendo altísimas tasas de depredación sobre sus presas, algunas de las cuales pueden incluso desaparecer. Por ejemplo, se ha postulado que en Iberá la ausencia del yaguareté resultó en un aumento de la abundancia de zorros, los cuales depredan excesivamente sobre nidos de aves de pastizal amenazadas, como el yetapá de collar.

En la cordillera de San Juan, en Argentina, la vicuña evita alimentarse en ciertas zonas donde pueden ser depredadas por pumas. En esos sectores, la vegetación se conserva mejor y provee alimento y refugio para pequeños mamíferos, aves e insectos.

Los depredadores tope, además, subsidian con alimento a otras especies, como por ejemplo a numerosos carroñeros. En zonas poco impactadas por el hombre, los cóndores andinos se alimentan en buena medida de las carcasas de vicuñas y guanacos depredados por el puma. Sin esta disponibilidad del carroña el cóndor no podría subsistir o sus números poblacionales serían notablemente menores.

Asimismo, los depredadores tope están involucrados en limitar la proliferación de patógenos, como virus y bacterias, y por lo tanto las enfermedades que estos patógenos causan. Por ejemplo, en el este de EEUU, la desaparición de depredadores tope como pumas y lobos ha conducido a un aumento en la abundancia de coyotes y la consecuente reducción del número de sus presas, incluyendo los zorros. Los bajos números de zorros ha provocado la proliferación de pequeños mamíferos que son importantes huéspedes de las garrapatas que contienen la bacteria que causa la enfermedad de Lyme en humanos, la cual puede ser mortal.

En sectores de la costa oeste de los Estados Unidos, las nutrias marinas se alimentan de erizos de mar, que a su vez se alimentan de algas. Al desaparecer las nutrias, los erizos sobre-explotan los bosques de algas, afectando sus poblaciones y consecuentemente el funcionamiento de todo el ecosistema. Foto: PD Scott.

El aumento en el almacenamiento de carbono por parte de la vegetación y por lo tanto la mitigación del cambio climático global es otro de los servicios provistos por depredadores tope mediante cascadas tróficas. Las nutrias marinas de las costas del Océano Pacifico de Norteamérica son ávidas consumidoras de erizos de mar que a su vez depredan los bosques de algas pardas. En ausencia de las nutrias los erizos proliferan y provocan la desaparición de las algas pardas y su función como fijadoras de dióxido de carbono a través del proceso fotosintético.

Claramente, la recuperación y mantenimiento de densidades ecológicamente efectivas de grandes depredadores es una herramienta fundamental para mantener la estructura y función de los ecosistemas. Esta información indica que deben ser realizados todos los esfuerzos necesarios para restaurar y mantener poblaciones de grandes depredadores y sus hábitats.

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