Una nueva economía restaurativa en el Impenetrable

Foto: Matías Rebak.

16 de mayo de 2021 | Constanza Mozzoni

El 2020 fue un año de nuevos comienzos y oportunidades para los vecinos del Parque Nacional El Impenetrable, en Chaco. La pandemia puso en pausa el trabajo que hacemos junto a las comunidades para desarrollar turísticamente la zona. Sin embargo, la situación nos condujo a reinventarnos e intentar ir más allá del turismo de naturaleza.

Así es que, tras un año de arduo trabajo, nació “Emprendedores por Naturaleza”, un programa que tiene por objetivo promover el bienestar de las comunidades a partir del desarrollo de economías regenerativas. Estas economías buscan poner en valor la tradición y los saberes locales mediante el desarrollo de productos exportables con marca territorial, en este caso “Impenetrable”, que representan un ingreso para los vecinos, que son creados a partir de un ecosistema diverso y en pie, y que cuentan una historia de bienestar.

La primera cosecha rindió buenos frutos: junto a las familias que participaron de la colecta, logramos reunir 2,500 kilos de chauchas de algarroba. Foto: Constanza Mozzoni.

El aprovechamiento de los distintos frutos que brinda el monte chaqueño es una práctica ancestral. En el marco del programa Emprendedores por Naturaleza, la producción de harina de algarroba resurge como un producto comestible que resalta la importancia de conservar el monte en pie.

La harina de algarroba es un producto arraigado en la cultura local y con un gran valor nutricional. Décadas atrás, los vecinos colectaban las chauchas de algarrobo (Prosopis alba) para producir distintos alimentos y bebidas. La aloja —una bebida alcohólica— era particularmente un símbolo de unión que se consumía en tiempos de abundancia y fertilidad, durante un encuentro conocido como “alojeada” en el que las familias producían la bebida en grandes cantidades para compartir de casa en casa con sus vecinos. Con el paso del tiempo, esta costumbre se ha ido perdiendo; sin embargo, la gente sigue produciendo y consumiendo otros alimentos a base de chaucha de algarroba, como la harina añapa, patay, el arrope y el bolanchao.

Una vez definida la materia prima, comenzamos por hacer un relevamiento de familias para identificar las que estuvieran interesadas en sumarse a la iniciativa. La idea era, también, dimensionar el compromiso de los vecinos y la capacidad de colecta, para luego hacer una primera prueba de molienda junto a Fernando Dávalos, de Molino Cerrillos, en Salta. En total, se sumaron 23 familias representando varios parajes del límite sur del Parque Nacional que colectaron 2.500 kg de chauchas.

Antes de embolsar las chauchas es necesario dejarlas secar al sol, un proceso que realizamos en las casas de algunos de los vecinos que participaron de la cosecha. Foto: Alejandro Aquino.

La colecta, el proceso de secado y el envío hasta el molino fueron toda una aventura, una verdadera primera experiencia, con muchos desafíos y aprendizajes. Aprendimos sobre el proceso de la colecta, el secado al sol y el envasado. Cerca de la fecha, tuvimos que reembolsar prácticamente la totalidad de las chauchas, volver a clasificarlas y pesarlas —proceso imposible de llevar adelante sin la ayuda de los vecinos que participaron.

Para cerrar las bolsas armamos un equipo de costura entre vecinos, mientras otro equipo aseguraba la disponibilidad de camionetas, tráilers y permisos necesarios y hacía averiguaciones sobre el estado de los caminos. Fueron dos días de viaje durante los cuales recorrimos alrededor de 260 km. Ninguno de nosotros había ido antes hacia aquella zona. No conocíamos el lugar, ni teníamos referencia alguna sobre el destino—solo la información del panadero de Fuerte Esperanza, mediante comunicación telefónica, quien aseguraba que los caminos estaban transitables. Emprendimos viaje, y fue un éxito.

La familia de Jorge Luna recibe presentes desde la provincia vecina: paquetes con especias, un producto similar al que se imaginan desarrollar en su territorio, con la marca Impenetrable. Foto: Fátima Hollmann.

Un asado debajo de un algarrobo en un santuario del Gauchito Gil dio cierre al traspaso de mercadería. Ahora solo restaba emprender la vuelta y reunirnos con las familias participantes para entregarles los presentes que Fernando enviaba desde Salta: eran pequeños paquetes que contenían diversas especias que se comercializan en esa provincia.

Los vecinos del Impenetrable, muy entusiasmados y agradecidos, vieron en estos paquetitos un producto similar al que se imaginan desarrollar en su territorio. Un producto con valor agregado por la marca “Impenetrable”. De eso se tratan las economías locales restaurativas: toda la comunidad se involucra para aprovechar la posibilidad de producir a partir de ecosistemas saludables y prósperos; la posibilidad de desarrollar un emprendimiento económico a futuro, en casa.

PERFIL DEL AUTOR

Constanza Mozzoni

Coordinadora Local del programa de Comunidades, Proyecto Impenetrable

Constanza Mozzoni, o “Coni”, es bióloga y se unió al equipo de Rewilding Argentina como voluntaria en el proyecto Impenetrable, en la provincia de Chaco. Allí, hoy coordina el programa que busca fomentar el bienestar de las comunidades vecinas al parque nacional El Impenetrable. Coni es oriunda de Buenos Aires y reside en el Paraje La Armonía, próximo al portal de ingreso al área protegida.