Lobos marinos de dos pelos en Patagonia Azul, en la costa de Chubut. Foto: Maike Friedrich
Los viajes del lobo marino de dos pelos
29 de marzo de 2023 · Proyecto Patagonia Azul
En Isla Rasa, Patagonia Azul, se encuentra la colonia reproductiva más grande de lobo marino de dos pelos de Argentina. En 2022 equipamos a cuatro individuos con dispositivos de seguimiento satelital para poder estudiar sus desplazamientos que, en poco tiempo, revelaron muchísima información.
En Patagonia Azul se encuentra la colonia reproductiva más grande de lobos marinos de dos pelos de Argentina. Se llaman así porque poseen dos capas de pelaje, característica por la cual fueron cazados hasta el siglo pasado. La colonia se ubica en Isla Rasa, una pequeña roca de 800 metros de largo ubicada cerca de la localidad de Camarones en la provincia de Chubut. Allí se encuentra el 60% de la población reproductiva de esta especie en Argentina. Sin embargo, y lamentablemente, por la distancia que la separa de la costa (escasos catorce kilómetros), la isla quedó excluida de la protección legal que ofrece el actual Parque Interjurisdiccional Marino Costero Patagonia Austral (PIMCPA), un área protegida incluida dentro de la región Patagonia Azul.
Para conocer más esta población y su dinámica, en el año 2022 equipamos a cuatro individuos —tres hembras adultas y un macho juvenil— con dispositivos de telemetría satelital para poder estudiar sus desplazamientos. Al día siguiente de marcarlos ya nos estaban brindando información muy valiosa: comenzaron a mostrarnos sus recorridos, que llamativamente fueron muy distintos.
Tres de ellos se dirigieron al norte y la cuarta se fue para el sur. A ella la llamamos Külülü, que en lengua puelche significa mar. En solo una semana, Külülü cruzó el golfo San Jorge, cuando nadó más de 300 kilómetros en línea recta. Este primer viaje terminó en una pequeña isla al sur de Puerto Deseado, donde también hay lobos marinos de dos pelos. Allí no necesitó mucho descanso: dos días después emprendió nuevamente un viaje al norte, regresó a Isla Rasa e incluso se desplazó un poco más al norte antes de regresar a la isla.
Amakáik es del grupo de los que fueron para el norte. Es una hembra —su nombre significa “que tiene vida” en aónikenk— cuyos desplazamientos, que no fueron tan largos, ocurrieron entre la zona de Camarones y Península Valdés. Amakáik realizó diez viajes desde y hacia Isla Rasa en solo 103 días. Sus recorridos nos hacen pensar que en cada viaje encontró buenos lugares para alimentarse, ya que permanecía mucho tiempo en áreas acotadas. Ella también visitó otra isla, en este caso Isla Escondida, al sur de Rawson.
El equipo de conservación de Patagonia Azul marca a un lobo marino de dos pelos con un dispositivo con conexión satelital que más tarde revelaría importante información sobre sus movimientos. Foto: Maike Friedrich
Al macho lo bautizamos con un nombre tehuelche, Jonok, que significa navegante. Su dispositivo transmitió sólo cincuenta y un días, en los que completó cuatro viajes desde y hacia la Isla Rasa. Sus recorridos también marcan sitios posibles de alimentación y fueron cortos en duración. Quizás, por ser juvenil, sus requisitos de alimentación no eran tan altos.
La última hembra se llama Onteaiken —un nombre también en lengua tehuelche que significa travesía— y fue la que más nos sorprendió. Sus primeros viajes fueron “cortos”, en los cuales se alejó hasta 400 kilómetros de Isla Rasa. Y un día comenzó a nadar hacia el norte, cada día un poco más. En trece días recorrió 1430 kilómetros y finalmente llegó a su destino, Isla Lobos en Uruguay. Allí se concentra una de las colonias más importantes de la especie. La sorpresa no terminó ahí, ya que a los pocos días volvió a la Patagonia.
Los dispositivos ya se soltaron y por eso dejaron de transmitir. Sin embargo, continuaremos estos estudios para conocer más sobre la especie y su distribución a lo largo del año. Estos cuatro lobos revelaron muchísima información en poco tiempo. Su mundo no tiene límites ni fronteras. Sus colonias (si es que podemos considerarlas diferentes) se relacionan mucho más de lo que conocemos.
No basta con proteger solo sus apostaderos o pequeñas porciones de tierra o islas: son necesarias más áreas marinas protegidas y de mayor tamaño. Estas áreas protegen gran diversidad de especies y contribuyen a secuestrar el carbono, al mismo tiempo que incentivan a las economías locales a través del turismo de naturaleza. Cuidar de los lobos marinos de dos pelos es beneficioso para todos.